La alimentación complementaria y cómo saber darle a nuestros muchachos

La alimentación complementaria y cómo saber darle a nuestros muchachos



El objetivo de que empiecen a comer a los 6 meses es empezar a complementar a la leche materna, no sustituir, en realidad, sino complementar


Por: Carmen Cecilia Umbria. Cerquita de graduarse.

Tardaba cinco horas comiendo


La  gran preocupación de todos los padres es saber alimentar a sus hijos. En torno a este tema surgen muchas dudas y preguntas: ¿Cuándo introducir los alimentos sólidos? ¿Cuál se introduce primero? ¿Qué cantidad darle?
Según la página web oficial de la Organización Mundial de la Salud, la alimentación principal de un bebé hasta el año de vida es la leche. Es un «cachorrillo» humano y, como tal, precisa de la leche de su madre para desarrollarse tal y como se espera que lo haga. En ausencia de leche materna se le da leche artificial, que no es lo mismo, pero solventa las necesidades nutricionales básicas del bebé (no así el tema del desarrollo inmunológico, etc.).
El objetivo de que empiece a comer a los 6 meses es empezar a complementar a la leche materna. No sustituir, en realidad, sino complementar. Seguir dando el pecho a demanda, pero empezar a darles comida para que empiecen a probar nuevos sabores, a conocer nuevas texturas, a masticar y a ir comiendo ya, los alimentos que comerá el resto de su vida.
¿Cómo empezar?
El portal digital Bebé y Más, en la sección Nutrición Infantil, publicó un artículo que asegura que tiempo atrás había muchas normas en relación a los alimentos. Unos se daban a una edad determinada, otros a otra, había que esperar un montón de días entre alimentos, el gluten se daba tarde y, en general, era todo un poco complicado. Ahora sabemos que en realidad es todo más fácil de lo que lo explicábamos y casi se puede decir que, en esto de dar alimentos a los bebés, solo hay una regla: ofrecer los alimentos de uno en uno.
Espárragos cocidos en el almuerzo.
De uno en uno quiere decir que el primer día que le ofrecemos algo de comer solo le podemos dar una cosa (que llamaremos ingrediente A). El primer día le damos el ingrediente A. Lo prueba, lo escupe, lo vuelve a probar, traga un poco, tira otro poco al suelo, se restriega el resto por la cara, la ropa y el pelo, prueba otro poco, traga otro poco y pide teta (esto sucederá casi siempre después de comer, por poco o mucho que coma, pedirá teta).
Durante la tarde y la noche observamos que todo esté bien: que no vomite, que no tenga diarrea, que no haga eccemas o ronchas en la piel, que no se le hinchen los párpados, la lengua, etc. Hay que observar durante un día que el alimento que ha probado no le sienta mal para que, en caso de que sospechemos reacción alérgica o intolerancia, lo retiremos de su dieta. El segundo día ofrecemos el ingrediente B. El tercer día, añadimos el ingrediente C, y así lo hacemos día a día hasta que haya probado unos cuantos
No hace falta que todos los días pruebe algo nuevo. No hay prisa en realidad, pero sí hay que tener claro que todo lo que queramos que pruebe debe estar separado al menos un día de la novedad anterior.
Lo recomendable es ofrecerlo en la hora del desayuno o en la hora del almuerzo, porque así, si hay una reacción alérgica, no nos sorprende mientras duerme. Además, interesa hacerlo en momentos en que estén mamá o papá y tengan como trasladarse, por si hay que correr al hospital.

Hablemos de cantidades

Como todo es cuestión de aprendizaje, no hay en realidad una cantidad predefinida de alimento que deba tomar. De hecho, al principio, se sugiere que se le den una o dos cucharadas del ingrediente que se le vaya a ofrecer y, cada día, si lo acepta, ir aumentando. En este sentido se dice que, de igual modo que hasta los 6 meses el bebé tomaba leche a demanda, a partir de los 6 meses tiene que seguir comiendo a demanda.
¿Triturado o en papilla?
Hasta hace unos años la alimentación complementaria se ofrecía siempre en papilla para que el bebé hiciera con ella lo mismo que hace con la leche, tragar sin masticar. Sin embargo, algunos teóricos empezaron a pensar que era un poco absurdo acostumbrarles a la papilla para que luego se tuvieran que acostumbrar a la textura semi-sólida, y recomendaron alimentar directamente con trozos. A esta corriente se la denominó «BabyLed Weaning» y los niños que lo han probado con éxito han dejado a sus padres boquiabiertos y muy felices, pues casi desde el primer día comen lo mismo que ellos. No es una técnica que funcione con todos los bebés, pues muchos niños optan por mover la comida en la boca o escupiéndola. Otros se atragantan hasta más no poder y, como toda madre tiene un límite de sustos, a la que ve que sucede en dos o tres ocasiones, prefiere dejarlo para más adelante y recuperar la tradición de décadas atrás. Lo ideal es que coman trozos desde el principio, porque es lo más cómodo para todos, pero la opción del puré o papilla siempre queda ahí por si acaso se considera necesaria.

Hablan las mamitas

Un grupo de madres decididas a ofrecerles esta técnica de alimentación a sus hijos aseguraron que les funcionó perfectamente. Avigail Molina, madre de un pequeñín de nueve meses, revela que sus experiencias con el Baby Lead Weaning han sido de maravilla, la aprobación del bebé con la mayoría de los alimentos ha sido muy positiva, sin embargo, opina que dicho método le da la libertad al bebé de ensuciar cualquier objeto que se aproxime a él.

Otras mamás como Tamaiba Umbría y Andrea Saavedra están totalmente de acuerdo con todos los aspectos que engloban esta técnica, sus bebés se han desenvuelto perfectamente. Aun así, existen mamitas como Bárbara Escartinque que refuerzan el método con la “cromoalimentación”, estudiando las propiedades beneficiosas de los colores en la dieta.

La revista Crecer Feliz publicó en su edición nº 144 un artículo donde señala que las verduras y hortalizas verdes como pepino, brócoli, pimentón verde, espárragos, berro, entre otros, favorecen la salud, la regeneración de tejidos y el crecimiento. Además, ayudan a regular la digestión y a eliminar toxinas, y constituyen una fuente estupenda de fibra natural. Mientras que las verduras rojas como el tomate, pimentón rojo y rábano, son estimulantes y aportan energía, vitalidad y grandes dosis de vitamina C, que fortalecen el sistema inmunológico. Las verduras anaranjadas como la zanahoria y la auyama le deben su color al betacaroteno, que junto con la vitamina C fortalecen la salud celular, protegen del cáncer y mejoran el ánimo. Los vegetales blancos como la coliflor, ajo, cebolla, apio y ajoporro, ayudan a controlar la presión sanguínea, fortalecen el organismo frente a las infecciones.
La revista Todo Papás en la edición nº 58, recomienda en su menú para niños que en el séptimo mes de vida se introduzcan las proteínas, como como las carnes rojas (ternera) y blancas (pollo), preferiblemente hervida o a la plancha.
El portal digital Baby Center recomienda platos divertidos y sanos para los pequeñitos de la casa, se trata de combinar en una ensalada muchos colores, de modo que contenga todos los beneficios de las frutas y verduras y aunque se conocen ciertas frutas y verduras que los padres no suelen añadir a los menús porque al niño o niña no le gusta nada, existen muchas combinaciones posibles.
La clave está en que cada color representa un grupo de alimentos ricos en vitaminas, minerales, antioxidantes y en definitiva nutrientes muy beneficiosos para la salud. Y ya que se ha comprobado que hay que tomar hasta diez raciones de vegetales para tener más beneficios en la salud a largo plazo, cualquier idea es buena.
El pediatra Jesús Garrido menciona en su libro “Crianza Respetuosa”, que los únicos límites temporales en cuanto a variedad realmente justificados son: antes del año: Leche de vaca entera (darla antes puede generar intolerancias con más facilidad). Miel cruda: En la miel hay con frecuencia esporas de Clostridiumbotulini. Un germen que en niños pequeños es capaz de producir una intoxicación grave. Verduras de hoja verde: Son muy ricas en nitritos y pueden producir una intoxicación.
Es sumamente importante que la alimentación de los más pequeños de la casa sea totalmente controlada de acuerdo a su edad y necesidades nutricionales, de esta manera los padres aprenden y los chiquitines crecen sanos y saludables.


Texto original de Carmen Cecilia Umbria

Foto: mipediatraonline.com


 

 

 

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